martes, 9 de abril de 2013

MAMITA SE SIENTE ENFERMA Y BEBÉ QUIERE JUGAR

En la vida de las mamás primerizas la palabra enfermedad parece que se borra del diccionario, he sido una mujer muy sana y hacía mucho tiempo no me enfermaba de nada. No obstante, siempre hay una primera vez y me ocurrió hace unos días, los terribles resfriados esos que atacan en cualquier momento y vienen con mucho dolor, fiebre, flojera y chineos… Si de esos que hacen que desees estar  en la casa de tus papás bajo el cuidado de la única persona que sabe lo que necesitas (mami).

Pero en mis circunstancias actuales mi madre estaba a 395 kms de distancia, por lo cual debí afrontar mi resfriado solita, pero es muy diferente cuando no eres mamá y te puedes acostar, tomar cualquier medicina y que la pareja te consienta. En esta ocasión fue muy distinto, mi bebita no entiende porque su mamita no quiere tirarse al piso y jugar con ella como todos los días, no sabe que su mamá tiene fiebre y que al amamantar no es cualquier medicina la que puede consumir, y no comprende el dolor de cuerpo y el deseo de querer estar recostada sin hacer absolutamente nada.

Pues sí, mi hija al ver que su mamita no reaccionaba, hacía cualquier cosa para llamar su atención: darse muchas vueltas, intentar gatear, aplaudir, balbucear, llamar a su mamá, papá y cuando no le prestaba atención darme manotazos en la cara, y mamá comprendió que a las mamás no se les permite enfermarse y valoró el sacrificio de la suya.

Para terminar te pregunto ¿recuerdas en tu época de infancia ver a tu mamá enferma?, casi apuesto que no, porque aun cuando uno no desee levantarse y hacer nada siempre hay que poner tu mejor sonrisa y hacer lo que haces todos los días…” un bebé no tiene noción del significado de mami se siente mal hoy”.

¡PLAYA!

Como la mayoría sabe me críe muy cerca del mar, eso hace que ame los días soleados, la arena, el agua salada, los hermosos amaneceres y por supuesto los extraordinarios atardeceres en la playa.

Durante mi embarazo solo fui una vez a la playa y esa experiencia no fue placentera, aun cuando disfrute estar dentro del agua, mi cuerpo no logro aclimatarse como lo deseaba y me paso factura, me hinche tanto que llegué a temer que algo malo me pasara, lo cual me hizo ser precavida para ese tipo de cosas.

Sin embargo, anhelaba ir a la playa y no cualquier playa (mi playa), y por fin llegó el momento, claro en esta ocasión me iba a acompañar mi tesorito, con todas las indicaciones de su familia paterna fuimos de paseo a mi lugar favorito, ese que cuenta parte de mi historia, ese que amo y es el lugar recurrente para mis sueños. 

Debo confesar que nuestro paseo fue genial, ver la felicidad de mi hija al jugar con la arena, y el agua salada no tiene precio, y al parecer lo mejor de todo es que el clima caluroso no le molesto, al contrario se mostro risueña y sociable como siempre y por supuesto su mamita estaba feliz, al creer que va a amar el mar tanto como ella.